NUEVA YORK – Ambra es un nombre de origen italiano, pero esta joven de 20 años es orgullosamente dominicana de nacimiento, neoyorquina de corazón y, desde el 30 de junio, ciudadana estadounidense.
Junto a otras 199 personas, de 59 países, Ambra formó parte de la ceremonia de ciudadanización en la Quinta Avenida y la Calle 42, en el edificio “Stephen A. Schwarzman”de la Biblioteca Pública de Nueva York (NYPL), donde vivió una alegría doble al saber que 59 de los asistentes eran sus paisanos, una especie de cachetada con guante blanco al fiscal general Jeff Sessions, quien considera que los dominicanos no le aportan nada a los Estados Unidos.
“Me siento muy contenta”, compartió. La sonrisa de oreja a oreja de esta joven que llegó a los EEUU a los 15 años de edad confirmaba su alegría, como si un mundo de posibilidades se le abriera de pronto. “Me ayudaron en donde estudio, en el Bronx Community Collegue, donde recién me gradué“.Con su nuevo estatus migratorio podrá perseguir sus sueños académicos más fácilmente y aportar a la ciencia en EEUU.
A ella y a los otros asistentes, Tony Marx, presidente de la NYPL, les expresó en tono de bienvenida: “Únanse a nosotros… ayúdenos a construir el futuro de América, a hacer América incluso mejor de lo que ha sido… te necesitamos. Esta es su casa… nos cuidaremos unos a otros”. Sus palabras hacían sonreír a algunos de los asistentes, en medio del llanto de un niño que por un momento hizo que al propio Marx se le dibujara una sonrisa ante sonido que opacaba al volumen del micrófono.
Los intentos por callar al pequeño fueron infructuosos, pero la ceremonia continuó con el nombramiento de los países de donde provenían los nuevos estadounidenses.
Entre ellos había gente de Argentina, Australia, Bangladesh, Bielorrusia, Belice, y así, en orden alfabético, los nombres de los países se mencionaron conforme sus representantes se pusieron de pie y recibían un aplauso. Cuando se nombró República Dominicana hubo un estruendo por la cantidad de asistentes e invitados… Senegal, Sierra Leona, Taiwán, Turquía, Uruguay y Yemen completaron la lista, aunque una mujer de origen indio aseguró que no escuchó el nombre de su país, por lo cual no se levantó, pero sí se mencionó tras Israel.
De México hubo un par de personas. A pesar de ser la población de inmigrantes de mayor crecimiento en la Gran Manzana es la que menos solicitudes de ciudadanización están aplicando, incluso a nivel nacional, confirmó el Pew Research Center, contrario a la tendencia de otros inmigrantes, que han aumentado este tipo de aplicaciones. De todos los mexicanos elegibles, sólo el 42% siguió el proceso.
Ambra, Conrado, José Ángel… y miles más siguen adelante
Convertirse ciudadano estadounidense cobra especial significado en medio de las políticas migratorias del presidente Donald Trump, reconocieron algunos de los entrevistados. ¿Es difícil el proceso?
“No, obtener la ciudadanía no es difícil. La verdaderamente complicado puede ser obtener la ‘greencard’“, dice Conrado Tenagliz, al referirse a la residencia permanente. “Depende mucho de cómo te traten… hay quienes se desaniman, pero hay que hacerlo, es una obligación. Me siento muy orgulloso, es un país en el que tengo raíces y del que me siento orgulloso de ser parte”.
Este abogado fue el único argentino en la ceremonia –organizada por el Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos (USCIS)–, aunque también, confesó como en tono de alivio: “Era el último en mi familia en ciudadanizarme, mi esposa y mis dos hijos son americanos”.
Entre los asistentes había otra familia feliz, también dominicana, el padre, José Ariel, era quien juraba lealtad a los EEUU y recibía su certificado de naturalización. Ginette, su esposa, y Ariannx, la pequeña de escasos cinco años de edad, lo acompañaron y permanecieron a su lado cuando la ceremonia lo permitía, pero cuando no, debieron esperar en asientos al fondo de la sala. La niña abrazaba a su padre, parecía entender la importancia de lo que su familia vivía.
Estas tres historias están lejos del terror que supone para muchos cambiar su estatus migratorio, acudir a las cortes, porque los agentes de “La Migra” están rondando más que nunca incluso tribunales, a donde van los inmigrantes a citas con abogados, pero en ocasiones son detenidos. El 75 por ciento de los propios defensores reconocen que así está ocurriendo.
La ceremonia comenzó puntual a las 11:00 a.m. y permitió escuchar el sonido de la gaita –un instrumento tan multicultural de origen como el propio EEUU–, tuvo uno de sus momentos más emotivos cuando se entonó el Himno Nacional, y forma parte de las 65 organizadas para celebrar el 241 aniversario de la Declaración de Independencia, en las que se espera la naturalización de 15,000 personas.
La ceremonia para 200 inmigrantes fue en el edificio “Stephen A. Schwarzman”.
“Estos nuevo miembros de nuestra comunidad se unen a la tela de diversidad de nuestra nación y podrán disfrutar los derechos, privilegios y responsabilidades de la ciudadanía estadounidense”, dijo en un comunicado James McCament, director de la Oficina de Servicios de Inmigración y Ciudadanía (USCIS, en inglés).
McCament no estaba presente, pero la diversidad de la que hablaba era evidente con gente de diversas razas y etnias, de distintos modos de vestirse, algunos lejos de usos y costumbres occidentales, como una mujer con burka o los vestidos y blusas con motivos africanos.
Adriana Blancarte, responsable de Enlace Comunitario de la biblioteca, destacó la importancia de usar ese recinto, que lleva el nombre del presidente del Foro de Estrategias y Políticas creado por el mandatario Trump.
“Las bibliotecas son como la cuna de la democracia… son espacios importantes para darle la bienvenida a los nuevos ciudadanos… y para nosotros es importante ayudar a nuestra comunidad inmigrante”, dijo la hispana que hace apenas unas semanas obtuvo también su ciudadanía.
Despúes de casi 40 minutos de ceremonia, un mensaje en video de felicitación y bienvenida del secretario del Seguridad Nacional, John Kelly –quien trabaja en la implementación de las órdenes ejecutivas del presidente Trump contra indocumentados–, dio paso al juramento; luego se nombró uno a uno de los nuevos ciudadanos, a quienes se les entregó su certificado, su nueva, por así decirlo, acta de nacimiento, con la que nacen nuevas esperanzas.
FUENTE: EL DIARIO