EL FENÓMENO NATURAL CAUSÓ ESTRAGOS EN ESE CONTINENTE, DONDE 2.500.000 PERSONAS TUVIERON QUE SE EVACUADAS DE SUS HOGARES. YA DEJÓ FILIPINAS Y AHORA SIEMBRE EL TERROR EN CHINA.
Mangkhut provocó inundaciones y al menos 2.500.000 tuvieron que ser evacuadas. Mangkhut provocó inundaciones y al menos 2.500.000 tuvieron que ser evacuadas.
Muchas personas del sur del China aún no saben cuando podrán regresar a sus hogares. Muchas personas del sur del China aún no saben cuando podrán regresar a sus hogares.
El supertifón Mangkhut ya dejó Filipinas este domingo, pero a su paso sembró muerte y destrucción. Más de 59 fallecidos y decenas de heridos provocó el devastador fenómeno que ya comenzó a causar pánico en China, donde 2,5 millones de personas tuvieron que ser evacuadas.
Se preveía que el tifón, considerado el más violento del año, fuese desastroso y los pronósticos no se equivocaron. Con ráfagas que superaron los 150 kilómetros por hora, Mangkhut destrozó el norte filipino.
En su camino, además de 47 sufrieron heridas de distinta consideración. Además, los evacuados superaron los 150.000.
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Pese a las primeras cifras, las autoridades estiman que al menos 40 personas, en su mayoría mineros de oro, permanecían durante esta jornada atrapadas por un deslizamiento de tierra, por lo que el número final de muertos superaría el centenar.
“Ya somos pobres y ahora nos llega esa tempestad. No tenemos otra forma de sobrevivir”, lamentó, por su parte, la agricultora Mary Anne Baril, al ver a sus cultivos destrozados por el tifón.
El camino destructivo del tifón siguió su camino rumbo a China, donde también hubo muertos. Ventanas rotas, árboles arrancados, edificiós que se movían, fachadas destrozadas e inundaciones fueron algunas de las imágenes que dejó el arribo del violento fenómeno a la provincia sureña China de Cantón, a Hong Kong y a Macao, por lo que ayer 2,45 millones de personas ya habían sido evacuadas.
“Estaba tan aterrada, pensaba que el techo iba a salir volando”, contó Lam Siu-hung, una mujer que estaba con su marido y su hija en la azotea y veía cómo las chapas estaban a punto de ser arrancadas por el viento, mientras el agua entraba su casa, aunque no pudo recibir ninguna asistencia. Su desesperado caso fue similar al de miles de otras familias.