Desde que se convirtió en ciudadano de Estados Unidos, el veterano anteriormente deportado Héctor Barajas ha tenido una vida transfronteriza, dirigiendo un refugio en Tijuana mientras viaja por todo el país para crear conciencia sobre la cantidad de personas que prestaron servicio en el ejército de ese país y han sido expulsadas del mismo.
Fue invitado para hablar en eventos desde Berkeley hasta Filadelfia. Cuando no está viajando, Barajas pasa tiempo con su hija en Los Ángeles, tratando de reconstruir una relación después de años de estar deportado. También frecuenta un hospital del Departamento de Asuntos de Veteranos para recibir la atención que no podía recibir al otro lado de la frontera.”Estoy recuperando mi vida”, comentó Barajas.Votó en las pasadas elecciones de mitad de periodo, emitiendo un voto para reelegir a la representante Nancy Barragán, una demócrata del área de Los Ángeles que ha apoyado los asuntos de veteranos deportados. Significaba mucho poder votar por alguien que lo había apoyado, expresó.
También pasó su primer Día de los Veteranos como ciudadano de Estados Unidos en ambos lados de la frontera. Organizó un evento por la mañana con veteranos deportados en Tijuana antes de dirigirse a Los Ángeles para una cena con celebridades organizada por la American Civil Liberties Union (ACLU).
Barajas, de 41 años, creció en Estados Unidos desde los 7 años de edad y era residente permanente, lo que le permitió servir en la 82 División Aerotransportadora del Ejército. Después de dejar el ejército, fue a prisión por dispararle a un auto. Cuando terminó de cumplir su sentencia de tres años, le quitaron su green card y lo deportaron en 2004 con una prohibición de 20 años para regresar.Volvió a escabullirse y esta vez fue deportado en 2010 de por vida.
Con la ayuda de los abogados de ACLU y una coalición de defensores reunidos por el supervisor electo del condado Nathan Fletcher, Barajas hizo una campaña para obtener un indulto del gobernador Jerry Brown y luego por la ciudadanía. Brown indultó a Barajas, junto con otros dos veteranos deportados en abril de 2017.
Los Servicios de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos le informaron en abril de 2018 que se le permitiría cruzar para asistir a una ceremonia de naturalización.Hablando en un panel en Mesa College recientemente, Barajas tuvo un nudo en la garganta cuando habló emocionado sobre el tiempo que pasa con su hija, quien estudia la secundaria. No importa a cuántos eventos lo hayan invitado o paneles en los que haya estado, eso le pasa todo el tiempo, explicó Barajas.
Recientemente pudo asistir al primer recital de banda de su hija. Incluso si simplemente están ambos en su casa, los momentos en que están en el mismo lugar se sienten importantes, expresó.“En este momento estoy en el punto en que solo necesito estar allí”, comentó Barajas. A veces, en Los Ángeles, las personas en la calle lo reconocen cuando está esperando el autobús, debido a toda la atención que recibió de los medios en su campaña para regresar a Estados Unidos.
El viaje para regresar fue difícil, dijo Barajas a los estudiantes de Mesa College. Les relató cómo trataba de hablar con la gente sobre el tema de los veteranos deportados, pero dejaban de prestar atención cuando les decía que la mayoría de los veteranos deportados habían cometido delitos. “Nadie quería escucharnos”, expuso Barajas. “La gente deja de escuchar cuando oye, ‘criminal’“.
En 2016, la ACLU documentó al menos 239 casos de veteranos deportados que viven en 34 países. Los no ciudadanos que prestan servicio militar son generalmente residentes permanentes legales o titulares de tarjetas verdes; y pueden ser deportados por cometer una lista de delitos establecidos en la ley de inmigración, que van desde ciertos delitos relacionados con drogas hasta asesinatos.Si bien son elegibles para solicitar inmediatamente la ciudadanía, muchos piensan erróneamente que se convierten automáticamente en ciudadanos al prestar servicio, dicen los defensores.
Pero, los no ciudadanos en el ejército todavía tienen que pasar por el proceso de completar el papeleo y pasar las pruebas para naturalizarse.Los defensores han argumentado que las condiciones como el trastorno por estrés postraumático, y otros retos que enfrentan los veteranos cuando se retiran del ejército, pueden hacer que sea más probable que cometan tales delitos. Opinan que es de esperar que los veteranos cumplan con las sentencias que reciben por las condenas penales, pero que deportarlos es ir demasiado lejos.
Los críticos del movimiento de veteranos deportados dicen que una tarjeta verde es un contrato y cualquier violación debe resultar en deportación, independientemente del servicio militar.Barajas reconoce su pasado y le avergüenza lo que hizo.