Si ha hecho una inversión financiera en un calzado deportivo, sin duda quiere que su inversión resulte rentable. Pero cuando haya unas señales específicas de desgaste, es importante reemplazarlos. Hacerlo ayudará a prevenir lesiones y le permitirá hacer ejercicio con un rendimiento máximo.
Según la Academia Americana de Medicina Deportiva Podiátrica (American Academy of Podiatric Sports Medicine), hay cuatro componentes principales del calzado que pueden dañarse o desgastarse. Cuando ocurra cualquiera de las siguientes señales, ha llegado el momento de reemplazar sus zapatos.
* La dura suela exterior en la base del zapato se ha desgastado en la entresuela o está más desgastada de un lado que del otro.
* La entresuela, que es la capa entre la suela exterior y la superior, se ha desgastado y ya no ofrece acolchado y estabilidad.
Cuando observe esta área a la altura de la vista en una superficie plana, quizá vea que está arrugada o desigual.
* La talonera, un trozo rígido de material en la parte posterior del zapato y por encima de la entresuela, se siente flexible cuando se presiona de un lado a otro, o se inclina hacia un lado.
Eso significa que probablemente no ofrezca el soporte esencial para el pie y el tobillo. Observa señales de desgaste en el cambrillón. Se trata del área entre la parte anterior de la suela y el tacón.
Revise esa y todas las demás partes de sus zapatos después de hacer ejercicio.
Aunque quizá parezca sorprendente, el calzado deportivo puede deteriorarse simplemente mientras está en su armario. Algunos de los materiales que se usan típicamente para fabricarlos pueden secarse en algunos ambientes.
Incluso sin señales obvias de desgaste o deterioro, los expertos sugieren que debe reemplazar sus zapatos tras 300 a 500 millas (de unos 483 a 805 kilómetros) de correr o caminar, o después de unas 45 a 60 horas de ejercicio de alta intensidad. Como mínimo, compre un par nuevo al menos una vez al año.