En la mañana del día 9 de mayo pasado la familia Taborda, residentes de Las Cruces, Nuevo México, se encontraron rodeados por agentes federales: dos patrullas interceptaron a la esposa y al hijo mayor cuando se iban al trabajo, y una tercera siguió al padre a un hospital, donde llevaba a su hijo a una terapia.
Habían caído en manos de la Agencia de Inmigración y Aduanas (ICE), a pesar de que ningún vehículo estaba marcado y no mostraron ninguna orden judicial. Todo parece indicar que los habían venido vigilando, dijo Jorge Taborda, el padre de familia.
“Detuvieron a mi esposa a media milla de la casa y le pidieron sus papeles. Ella les dio su licencia, y le preguntaron si tenía otra cosa”, dijo Taborda, en una entrevista telefónica. “Entonces le dijeron que teníamos una orden de deportación. No llevaban uniforme ni le mostraron ningún documento”.
Jorge Taborda había salido temprano a llevar a su hijo menor al hospital para una terapia, y llegando al hospital, recibió una llamada de su esposa, Francia Elena Benitez-Castaño.
“Jorge, no regreses a casa, que ya la migración vino por mí”, le dijo. Pero los agentes de inmigración ya sabían dónde estaba el padre de familia y cuando este salió del hospital, ellos ya le esperaban fuera del hospital.
“Uno de ellos se me acercó y me dijo, vente, ya tenemos a tu esposa y a tu hijo”, cuenta. “Necesitamos que nos sigas para dejar libre a tu esposa y que ella venga en tu carro a recoger a tu hijo”.
A su esposa le habían dicho algo similar, para que dijera dónde estaba su hijo Jefferson.
Poco después Jefferson, el hijo mayor de la familia de 23 años de edad, también fue detenido por agentes encubiertos. Madre e hijo fueron llevados a un centro de detención.
Enretanto, Jorge Taborda dijo a los agentes que él tenía que llevar a su hijo a la escuela y que luego lo siguieran hacia donde estaba su esposa.
Pero en vez de esto, Taborda se dirió a su iglesia, donde pidió santuario.
“Allí no entraron”, contó el hombre. “De hecho, mi esposa escuchó a uno de los agentes que estaban con ella que yo ya había entrado a un sitio protegido y ellos no podían ir allí”. (Historia sigue después del VIDEO)
Jorge Taborda permanece allí en el Holy Cross Retreat Center, donde se ha reunido con él su hijo menor, de 15 años de edad, quien estuvo con una familia amiga durante un tiempo, hasta que ya no pudieron ocuparse de él.
El 7 de junio, y a pesar de cartas de apoyo, intervención de una abogada de la diócesis y llamadas de partidarios y miembros de la comunidad, Francia Elena Benitez Castaño fue deportada a Cartago, Colombia, una ciudad al norte del Valle del Cauca donde la pareja no ha vivido desde hace 19 años.
Jorge y Francia Elena habían venido a finales de los años noventa escapando de la guerra y el narcotráfico. Aquí pidieron asilo y eventualmente se los negaron. Pero la familia permaneció aquí, esperando una orden de deportación que afirman, nunca recibieron.
El apoyo que la familia ha recibido de la Iglesia Católica incluye la intervención personal del Obispo de El Paso, Oscar Cantú, quien mañana miércoles participará en una rueda de prensa frente al Centro de Procesamiento de ICE en El Paso y pedirá que se permita a Jorge mantenerse en Estados Unidos con su hijo menor, que es ciudadano.
Richard Morales, activista de la organización PICO, dijo que el arresto no se compagina con lo que dijo el gobierno de Trump que era su intención: “arrestar a bad hombres, a criminales que amenazan la seguridad pública”.
“Esta es una familia que tiene casi 20 años en este país, tienen un negocio propio, no son peligro para la comunidad, ninguno tiene arresto ni delito, son miembros activos de su iglesia, el señor Jorge fue voluntario del año para la Cruz Roja”, dijo. “Y los siguieron como criminales, fueron a su casa, pero también al hospital donde estaba el padre acompañando a su hijo menor y luego lo siguieron a la escuela y a la iglesia”.
Supuestamente, las autoridades migratorias tienen prohibido entrar o arrestar en o alrededor de escuelas, iglesias y hospitales, consideradas “locaciones protegidas” por sus reglamentos internos.
Ese día, Jefferson supo que era indocumentado, y que había venido a este país a los 4 años de edad, desde su nativa Colombia, con sus padres, un profesor de español y su mamá, una contadora pública.
A Jefferson lo soltaron cuatro días después, ya que califica para DACA, aunque no había solicitado el beneficio, por no saber su estatus. A su mamá la tuvieron detenida y la deportaron a Colombia, dándole apenas unos minutos para llamar a sus hijos desde al aeropuerto.
“A nuestra familia ya la separaron”, dijo Jorge. “Ahora yo soy una especie de refugiado más, fuimos separados de mi esposa y la mamá de mis hijos”.
La Opinion pidió su versión de los hechos a ICE en El Paso y a su oficina nacional de prensa y estamos en espera de una respuesta.
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Fuente:La Opinion