Durante el verano es fácil recordar que hay que beber suficiente agua, ya que las temperaturas altas y las actividades al aire libre hacen que la idea sea obvia. Sin embargo, es igual de importante mantenerse hidratado durante el invierno.
La humedad del medio ambiente es un factor, dijo Stavros Kavouras, encargado de la dirección del laboratorio de ciencias de la hidratación de la Universidad del Estado de Arizona en Phoenix. Durante el invierno, la calefacción central hace que el ambiente en interiores se reseque más, lo cual hace que el cuerpo pierda líquidos solo por respirar.
Y ese no es el único reto. En los ambientes fríos, los riñones secretan aún más orina, mencionó Joseph C. Watso, investigador de postgrado en el Instituto del Ejercicio y la Medicina Ambiental en Dallas.
“Es un cambio pequeño que podría hacer una diferencia”, dijo. “Al no sudar, podría olvidarse de beber agua en cantidades adecuadas”.
La deshidratación comienza cuando el cuerpo pierde más agua de la que recibe.
Hasta una deshidratación menor, al grado cuando las personas comienzan a sentirse sedientas, se vincula con dificultades para concentrarse, mala memoria y mal humor. Incluso, los estudios han demostrado que las personas que consumen bajas cantidades de agua en forma crónica parecen tener un mayor riesgo de desarrollar insuficiencia renal crónica, piedras en los riñones e infecciones del tracto urinario.
“El flujo abundante de orina parece tener una función protectora”, dijo Kavouras.
Kavouras y sus colegas encontraron que la deshidratación leve impide la función de las células que revisten los vasos sanguíneos, casi al mismo nivel que fumar un cigarrillo. La deshidratación también se ha relacionado con inflamación, endurecimiento de las arterias, regulación de la presión sanguínea y otros factores que pueden elevar el riesgo de padecer enfermedades cardíacas y ataques cerebrales.
Las investigaciones también han vinculado la mala hidratación con la diabetes.”La diabetes es una enfermedad relacionada con el estilo de vida y que tiene que ver con lo que comemos y bebemos y con nuestros niveles de actividad física”, indicó Kavouras. “La hidratación parece ser parte de esta combinación”.