La venta de pulseras y de relojes inteligentes que, entre otras, tienen la función de decir al usuario cuántos pasos da en su hasta entonces sedentaria vida se han disparado en los últimos años.
Se trata, sin duda, de una forma de estimular la práctica de ejercicio -aunque sea liviano-y de tener una meta asequible sin necesidad de ir al gimnasio ni mirar ninguna tabla de gasto de calorías.
Pero, en secreto, muchas personas utilizan esta práctica deportiva como excusa para no llevar a cabo ninguna otra actividad y cumplir así con su cuota diaria de ejercicio. ¿El objetivo final? Adelgazar, algo a lo que todo el mundo sabe que el deporte contribuye.
La cifra establecida como saludable en el imaginario popular -y el objetivo que marcan por defecto la mayoría de los dispositivos- es 10.000 pasos. La directora del Máster Universitario en Actividad Física y Salud de la Universidad Europea de Madrid, Lidia Brea, explicó recientemente a EL ESPAÑOL que el culpable de que muchos estén pendientes de abrazar esos 10.000 pasos diarios es Yoshiro Hatano, un investigador japonés que en la década de 1960 decidió analizar el impacto de, precisamente, esta cifra de pasos. La razón: por esa época se había comercializado con éxito un podómetro llamado manpo-kei, cuya traducción literal es precisamente “metro de los 10.000 pasos”. El artilugio se vendía sobre todo en los clubs de caminantes de Tokio.
Hatano descubrió con sus estudios que la población normal hacía una media de algo más de 5.000 pasos al día y que incrementar esta cifra en entre 4.000 y 6.000 pasos hacía que se quemaran alrededor de 300 kilocalorías más de lo habitual y que eso se traducía en importantes beneficios cardiovasculares.
“Desde entonces se fue gestando el boom de los 10.000 pasos, pero ha costado tiempo que el mensaje calara en la sociedad”, resume Brea, quien cree que lo más importante de esta moda no es la cifra, sino el concepto que hay detrás: que hay que moverse.
Ahora, según un nuevo estudio para prevenir el aumento de peso, ningún número de pasos es suficiente por sí solo, según ha concluido un estudio realizado por la Universidad Brigham Young (EEUU).
En su trabajo, publicado en la revista Journal of Obesity, estos investigadores estudiaron a 120 estudiantes de primer año durante sus primeros seis meses de universidad mientras participaban en un experimento de conteo de pasos. Los jóvenes caminaron 10.000, 12.500 o 15.000 pasos al día, seis días a la semana durante 24 semanas, mientras se registraba su ingesta calórica y su peso.
Los participantes en el estudio usaron podómetros las 24 horas del día durante las seis semanas del estudio. En promedio, caminaron aproximadamente 9.600 pasos por día antes del estudio. Al final del estudio, los participantes del grupo de 10.000 pasos tenían un promedio de 11.066 pasos, los del grupo de 12.500 pasos tenían un promedio de 13.638 pasos y los del grupo de 15.000 pasos tenían un promedio de 14.557 pasos al día.
El objetivo del estudio era evaluar si el hecho de superar progresivamente el recuento de pasos recomendado de 10.000 pasos por día (en incrementos del 25%) minimizaría el aumento de peso y grasa. Al final, no importaba si los estudiantes caminaban más de 15.000 pasos; aún así ganaban peso, según los resultados. Los estudiantes del estudio ganaron en promedio alrededor de 1,5 kg durante el período de estudio. Durante el primer año de universidad se suele aumentar de uno a cuatro kilos de peso, según otras investigaciones.
“El ejercicio por sí solo no siempre es la forma más efectiva de perder peso. Si se siguen los pasos, podría tener un beneficio en el aumento de la actividad física, pero nuestro estudio demostró que no se traducirá en el mantenimiento del peso o en la prevención del aumento de peso”, explica el autor principal de la investigación, Bruce Bailey.
Aunque el peso no se vio afectado por el aumento en los pasos, hubo un impacto positivo en los patrones de actividad física, que “podrían tener otros beneficios emocionales y de salud”, puntualizan los responsables de este trabajo.
Un resultado positivo, si no sorprendente, del estudio fue que el tiempo de sedentarismo se redujo drásticamente tanto en el grupo de 12.500 pasos como en el de 15.000. En este último grupo, se redujo hasta en 77 minutos al día. “El mayor beneficio de las recomendaciones de número de pasos es sacar a la gente de un estilo de vida sedentario. Aunque no evitará el aumento de peso por sí solo, más pasos siempre es mejor”, concluye Bailey.