Los niños en edad escolar que se acuestan temprano en lugar de usar sus dispositivos de noche quizá estén mejor preparados para controlar su conducta, sugiere un estudio reciente.
Los investigadores encontraron que los niños de 8 a 11 años que dormían de forma adecuada y tenían límites respecto al “tiempo de pantalla” eran menos propensos que sus pares a reportar problemas de conducta impulsiva.
En general, la impulsividad se describe como una tendencia a actuar sin pensar, o la incapacidad de esperar por algo que uno desea. Es un problema central en el trastorno de déficit de atención con hiperactividad (TDAH).
Más adelante en la vida, la impulsividad también podría hacer que los niños sean vulnerables a otros problemas, como el abuso de sustancias y otras formas de adicción, advirtió la investigadora principal, Michelle Guerrero.
Guerrero dijo que su equipo deseaba ver cuáles factores podrían afectar a esa tendencia a “actuar antes de pensar”.
En general, encontraron los investigadores, los niños eran menos propensos a reportar conductas impulsivas si cumplían las recomendaciones sobre el sueño y el tiempo de pantalla. Eso significaba de nueve a 11 horas de sueño cada noche, y un máximo de dos horas al día dedicados el tiempo de pantalla “recreativo”. (Las tareas escolares no se incluían).
Pero los hallazgos apuntan a una correlación, señaló Guerrero, miembro del Instituto de Investigación del Hospital Pediátrico del Este de Ontario, en Ottawa, Canadá.
No probaron que irse a la cama más temprano y los límites sobre las pantallas en realidad prevengan la impulsividad, explicó.
¿Los niños impulsivos no cumplen las recomendaciones, o los niños que no cumplen las recomendaciones se vuelven más impulsivos?
Añadió que la situación más probable es que la relación vaya en ambas direcciones, creando un círculo vicioso.
Richard Gallagher, profesor asociado de psiquiatría infantil en Langone Health, de la NYU, en la ciudad de Nueva York, dijo lo mismo.
Según Gallagher, que no participó en el estudio, se sabe que los niños con TDAH tienden a dormir menos que sus pares, por ejemplo. Y es fácil ver cómo los niños impulsivos serían más propensos a quedarse despiertos hasta tarde y a jugar videojuegos o revisar sus teléfonos obsesivamente.
Al mismo tiempo, señaló Gallagher, el sueño insuficiente puede sin duda afectar a los niños durante el día, reduciendo su capacidad de concentrarse y en general haciendo que estén “malhumorados”.
“Eso podría parecerse mucho a la impulsividad”, anotó Gallagher.
¿Por qué sería importante el tiempo de pantalla? El equipo de Guerrero apunta a una teoría. Pasar demasiado tiempo con los dispositivos, que con frecuencia demandan unas respuestas inmediatas, ya sea en los medios sociales o en videojuegos, podría afectar la capacidad de los niños de autorregularse.
Pero quizá el otro problema, dijo Guerrero, sea lo que los niños no hacen durante esas horas frente a las pantallas, por ejemplo dormir.
“Esas cosas están muy interrelacionadas”, aseguró.
Los hallazgos, publicados en la edición en línea del 14 de agosto de la revista Pediatrics, se basan en más de 4,500 niños canadienses de 8 a 11 años. Los investigadores observaron si los niños cumplían las recomendaciones canadienses respecto al sueño, el tiempo de pantalla y la actividad física (60 minutos de ejercicio de moderado a vigoroso cada día).
Los niños completaron algunos cuestionarios estándar sobre la impulsividad, que les preguntaban qué tan de acuerdo estaban con declaraciones como “Cuando estoy enojado, con frecuencia actúo sin pensar”, y “Acabo lo que comienzo”.
En general, los niños que no dormían lo suficiente y pasaban demasiado tiempo frente a las pantallas tuvieron unas puntuaciones más altas de impulsividad. Por otro lado, no se mostró una gran conexión con el ejercicio.
Aunque nada de eso prueba causalidad, tanto guerrero como Gallagher dijeron que los padres pueden quedarse con algunos mensajes prácticos.
Guerrero sugirió fijar una hora de la noche a la que haya que apagar los dispositivos, lo que debería ayudar a los niños a irse a dormir.
También es importante considerar el contexto más amplio, planteó Gallagher. ¿El tiempo de pantalla reemplaza no solo al sueño, sino también al ejercicio, las tareas o el tiempo cara a cara con amigos y la familia?
Guerrero se mostró de acuerdo en que el panorama más general, lo que incluye no solo a la calidad sino también al contenido del tiempo de pantalla de los niños, sin duda es importante.
Y también están los hábitos de los padres. Guerrero reconoció que los padres quizá tengan que usar sus dispositivos en ocasiones, por motivos laborales. Pero es importante que también fijen límites.
“Es difícil decirles a sus hijos que apaguen sus dispositivos si usted siempre está usando los suyos”, añadió Guerrero.